jueves, 1 de enero de 2009

Wrong time, wrong place..

Cerca de la puerta hace más frío. Esa no es la única razón por la que escogí sentarme precisamente ahí: puedo fumar sin consideración alguna hacia los demás, no tengo que hablar con nadie y, claro, hace frío…

Los conozco a todos y ellos a mí, pero parecen rostros nuevos. No tengo nada que decirles y ellos tampoco a mi, pero esperan que algo salga de mi boca. Cortesía sobrevalorada, pienso.

Pasó la primera mitad de la noche, he logrado esquivar casi todo intento de falso interés en los demás. Me siento mal, el interés no debiese ser falso. No importa.

Quizá haya algo mal en mi, lo que parece natural para los demás, no lo es para mi. Para consolarme me digo a misma que solo son buenos actores. No lo creo. Me dirigen un par de palabras y miradas, no se que contestar. Podría ofrecer una amplia y satisfactoria respuesta, pero eso me obligaría a repetirlo a lo largo de la noche… o podría decir algo carente de sentido. No querrían volverme a oír.

No la paso mal. Solo sé que esta mal. Parecen no notarlo del todo, entre alcohol y comida, una conversación más o menos carece de importancia.

El momento más incomodo de la noche… No quiero abrazar a cada una de las 21 personas en mi casa, tener que escuchar el mismo mensaje parafraseado de suerte y tener que inventar el propio. Intento escapar hacia mi cuarto, pero me interceptan un par de veces en el camino. Sigo sin encontrarle sentido.


Como en silencio. Recuerdo el consejo de una anoréxica, mastica todas 45 veces antes de tragar. Parece el momento adecuado para ponerlo en práctica. Imagino mis huesos trasparentándose a través de mi piel. La imagen me perturba demasiado y olvido el consejo.

Me divierte observar a los demás. Encuentro curioso como la capacidad de habla es indirectamente proporcional a la cantidad de alcohol ingerido. Reparo en los detalles de cada uno de los rostros, después de algún tiempo dejan de parecer humanos. Su rostro es bellísimo. Me da envidia que compartamos sangre, pero no parecido físico. Se da cuenta de que la observo y solo le digo quiero perforarme aquí. No sé donde es aquí. Solo me dice: “Ay, Angie, estas loca.”. Ríe y continúa bebiendo.


En un instante todos son recuerdos. Fumo un último cigarro, el primero del año. Observo las huellas que su presencia ha dejado. Fue una buena noche. El próximo año intentaré hablarles más…

1 comentario:

Anónimo dijo...

No m..es lo escribiste super padre. No creria que es tuyo si no fuera por el Angie del final. Pero en serio parece sacado de un buen libro. PKM