viernes, 23 de enero de 2009

Promesas...



Cuando cumplí cinco años me prometí lograr colorear dentro de las líneas. Tengo diecinueve años y odio las líneas.

Cuando cumplí ocho años me prometí a mí misma aprender a andar en bicicleta. Hoy, tengo miedo a caerme de una.

Cuando cumplí doce años, me prometí irme de mi casa cuando cumpliese los quince. Aún mantengo la misma promesa.

Cuando cumplí quince años me prometí aprender canto gutural. La última vez que lo intenté parecía que me ahogaba con mi propia saliva.

Ayer me prometí olvidarte... Y recordé que lo olvidaría.

Por ello tomé una inteligente decisión: No olvidare que eres un animal de sangre fría. Los colores brillantes de los post it me distraen por lo que para no olvidarlo llevó conmigo otro tipo de recordatorio a manera de esclava sumeria. Una mutilación más en mi cuerpo, un instante de dolor que me ahorrara horas de llanto…

No preguntes si me duele, doliste más tú.

sábado, 3 de enero de 2009

Recuento de los daños

Cosas que entendí este año. (Autodidactas, sólo algunas)

-Si no crees, no te pueden atrapar.
-Soy autodestructiva.
-Tengo un ojo más pequeño que el otro.
-El olor de las personas suele indicarme que tan confiables son.
-El tiempo y la distancia no habitan entre la gente, sino el olvido y la costumbre.


Cosas que sigo sin entender. (Si alguien tiene respuestas, es momento de ofrecerlas)

-¿Por que si digo muchas veces lo mismo, pierde sentido?
-¿Por qué la gente tiende a llamar cine de arte a toda película que no logra entender?
-¿Por qué la vida sexual de Niurka parece ser un interés general?
-¿Por qué la muerte de Piggy me da risa?
-¿Por qué lleno los silencios con maullidos?
-¿Por qué todo mundo parece cambiar, excepto yo?
-¿Por qué me afeero al cuchillo que desgarra?


Cosas que intentaré cambiar el próximo, sin esperar éxito alguno. (Siéntanse con la libertad de apostar cuanto tiempo me lleva y/o lo cumplo)

-Cambiar el color de mis uñas cada semana.
-Perderle el temor a toda multitud con rasgos orientales.
-Aprender a fingir interés convincentemente en algunos momentos cruciales.
-Disfrutar los silencios.


NOTA: La importancia de algunos hechos no esta relacionada con la jerarquía, ni siquiera con el hecho de aparecer o no en la lista.

jueves, 1 de enero de 2009

Wrong time, wrong place..

Cerca de la puerta hace más frío. Esa no es la única razón por la que escogí sentarme precisamente ahí: puedo fumar sin consideración alguna hacia los demás, no tengo que hablar con nadie y, claro, hace frío…

Los conozco a todos y ellos a mí, pero parecen rostros nuevos. No tengo nada que decirles y ellos tampoco a mi, pero esperan que algo salga de mi boca. Cortesía sobrevalorada, pienso.

Pasó la primera mitad de la noche, he logrado esquivar casi todo intento de falso interés en los demás. Me siento mal, el interés no debiese ser falso. No importa.

Quizá haya algo mal en mi, lo que parece natural para los demás, no lo es para mi. Para consolarme me digo a misma que solo son buenos actores. No lo creo. Me dirigen un par de palabras y miradas, no se que contestar. Podría ofrecer una amplia y satisfactoria respuesta, pero eso me obligaría a repetirlo a lo largo de la noche… o podría decir algo carente de sentido. No querrían volverme a oír.

No la paso mal. Solo sé que esta mal. Parecen no notarlo del todo, entre alcohol y comida, una conversación más o menos carece de importancia.

El momento más incomodo de la noche… No quiero abrazar a cada una de las 21 personas en mi casa, tener que escuchar el mismo mensaje parafraseado de suerte y tener que inventar el propio. Intento escapar hacia mi cuarto, pero me interceptan un par de veces en el camino. Sigo sin encontrarle sentido.


Como en silencio. Recuerdo el consejo de una anoréxica, mastica todas 45 veces antes de tragar. Parece el momento adecuado para ponerlo en práctica. Imagino mis huesos trasparentándose a través de mi piel. La imagen me perturba demasiado y olvido el consejo.

Me divierte observar a los demás. Encuentro curioso como la capacidad de habla es indirectamente proporcional a la cantidad de alcohol ingerido. Reparo en los detalles de cada uno de los rostros, después de algún tiempo dejan de parecer humanos. Su rostro es bellísimo. Me da envidia que compartamos sangre, pero no parecido físico. Se da cuenta de que la observo y solo le digo quiero perforarme aquí. No sé donde es aquí. Solo me dice: “Ay, Angie, estas loca.”. Ríe y continúa bebiendo.


En un instante todos son recuerdos. Fumo un último cigarro, el primero del año. Observo las huellas que su presencia ha dejado. Fue una buena noche. El próximo año intentaré hablarles más…